Son muchos los motivos, pero pocas las razones.
Te daré mil excusas absurdas, mil lagrimas en mi s mejillas o todas las sonrisas que hagan falta.
No tiene ningún sentido, porque para callar a esa voz no me basta.
Arremete inoportunamente, queriéndose hacer hueco entre las cajas de recuerdos, y aunque quite polvo, da igual lo que alce la voz, porque seguirá sonando tan lejana como siempre.
Porque es esa, la distancia, mi única salvación para esquivarla.
Y por ello temo el día en que no recuerde el camino, ella me alcance, y entonces… quien sabe si sabré como huir.